estados unidos empieza a dejar de ser un dolor de cabeza para las exportaciones gallegas, en especial para las de la industria alimentaria. hasta hace unos pocos meses, cuando una botella de vino albariño o una garrafa de aceite entraba en un hogar estadounidense, lo hacía con un sobreprecio geopolítico que lastraba la competitividad de las empresas exportadoras.
francisco conde no se suele alterar con facilidad. pocas veces pierde la calma el flamante vicepresidente segundo de la xunta. y mantiene un discurso circular: dos o tres premisas sencillas para construir el relato y llegar al lugar elegido, ya sea para armar de argumentos la cesta de los agravios de madrid con alcoa y el precio de la electricidad o para abordar los flecos pendientes de los proyectos de inversión que maneja el gobierno gallego, fruto de ese análisis realizado en pleno confinamiento por el comité de expertos de feijóo. buena nota tomó conde de todos aquellos debates telemáticos, luz proyectada so