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A pesar de ser el noveno fabricante de coches del planeta, a España todavía le queda un largo trecho para convertirse en un referente del vehículo eléctrico. Si la previsión es que en 2030 el 10% de los automóviles en circulación ya sean de cero emisiones, la red de fábricas nacionales se encuentra todavía muy lejos de ese porcentaje. De los 2,82 millones de unidades que ensamblaron las plantas de la Península Ibérica en 2019, solamente 16.885 fueron totalmente limpios, es decir, 6 de cada 1.000.
Hace poco más de dos años en España se imponían cargos absurdos al autoconsumo (el conocido como «impuesto al sol»), se pretendía prohibir por Real Decreto el cierre de las centrales de carbón y el sector renovable llevaba un lustro sin apenas instalar nueva potencia. España era, sin duda, un ejemplo en regulación energética a nivel mundial. Ejemplo a no seguir, claro está.
La Comisión Mixta para evaluar el Impacto de la Transición Energética en Asturias ha finalizado sus trabajos con 17 recomendaciones para afrontar la transición energética en Asturias. Entre ellas plantea definir una estrategia regional hasta 2030 para fomentar la energía eólica terrestre y marítima y mantener la competitividad de las industrias electrointensivas. El documento sintetiza los resultados de los trabajos realizados desde octubre por más de 50 expertos de diferentes sectores que se organizaron en cinco mesas y celebraron una treintena de reuniones.