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El interés por recuperar los vínculos profundos y apartarse de las distracciones de las relaciones más superficiales y banales, que los smartphone recogen de forma exhaustiva en forma de notificaciones, ya que han sido diseñados para ello y en ello sustentan su modelo de negocio, parece ser la principal causa del interés en este tipo de aparatos.
Aunque Europa gasta el 23% del mercado mundial, no logra competir en oferta. Amazon Web Services (AWS) con un 32% de cuota, Azure (Microsoft) con el 21% y Google Cloud que no se resigna a quedar tercero, pero su cuota no pasa del 8%, se reparten el 58% del mercado mundial de servicios de infraestructura cloud y han anunciado planes de inversión por un valor conjunto de 25.000 millones de dólares en la construcción y equipamiento de unos 300 nuevos centros de datos en todo el mundo.
El objetivo habitual de los fondos soberanos de los países del Golfo Pérsico es doble, y a veces triple. Por un lado, servir de instrumento de ahorro a largo plazo. También operar como un gran inversor público que adquiere compañías nacionales o establece alianzas e invierte en las internacionales buscando crecimiento y desarrollo económico doméstico. Por último, servir de herramienta de estabilización cuando los precios de los hidrocarburos u otra crisis como la de la pandemia dañan estructuralmente las cuentas públicas.
Mientras los datos de las empresas de donde quiera que fuesen residían en sus propios centros de datos, el problema no existía. Con los servicios cloud, las cosas han cambiado: los datos alojados en sus infraestructuras se mueven por las redes y no están naturalmente sometidos a las leyes del país que los acoge.
Los países entraron en la pandemia de manera atropellada y vergonzosa. Se dieron codazos para obtener respiradores, mascarillas y, más tarde, vacunas. Ahora una parte del mundo deja atrás el coronavirus y lo hace de manera desordenada. Y lo sorprendente es que los mecanismos que garantizaban el funcionamiento de la economía y de las finanzas -seguramente las áreas del sistema mejor organizadas- no acaban de funcionar bien.
Según estimaciones de la consultora PwC, repatriar o acercar la producción de las empresas del extranjero supondrá unas ganancias de más de 130.000 millones de euros al año en las economías del G-7 a lo largo de la próxima década ?que se podrían extender a más de 230.000 en el caso más extremo?, con la creación de hasta 1,2 millones de empleos, en gran parte en Estados Unidos y Alemania.
China ha propuesto en el 2020 año un nuevo paradigma de desarrollo centrado en la circulación interna con un modelo de circulación dual en el que se promueven mutuamente la circulación nacional y la internacional. Este nuevo paradigma refleja una clara comprensión de la tendencia del desarrollo chino, que desde el 2006 ha visto disminuir de forma constante su parte de las exportaciones en el PIB. Sin embargo, el nuevo paradigma no significa necesariamente que China deba cambiar la política seguida hasta ahora de utilizar plenamente los mercados y recursos nacionales e internacionales en el desarrollo económico.
Las transformaciones acostumbran a ser duraderas y sigilosas. Son aquellos cambios que no transmiten sensación de urgencia pero que tienen un gran potencial disruptivo, hasta el punto de que pueden acabar poniendo en jaque la supervivencia de un negocio. Es como el agua tibia, que su falsa sensación de bienestar puede derivar en una inacción de consecuencias fatales.
Cualquier salida de la Covid-19 es motivo de celebración. Sin embargo, el actual auge económico es también una fuente de ansiedad, porque hay tres líneas de falla bajo la superficie. Juntas, determinarán quién prospera y quién no lo hace, y si podrá sostenerse o no la recuperación más inusual que se recuerda.
Viendo la demanda previsible y las fábricas que se proyectan, el pronóstico es que la demanda crecerá durante cinco años o más un punto por encima de la capacidad instalada. Con el agravante de que un 40% de esa nueva capacidad se va a construir en China, así que en el contexto geopolítico actual un problema estructural conocido se combina con un riesgo estructural incierto.
El presidente del Ejecutivo, Pedro Sánchez, presentó el proyecto España 2050, basado en las aportaciones de un centenar de expertos y coordinado por la Oficina Nacional de Prospectiva y Estrategia de la Moncloa, con los hitos e instrumentos necesarios para converger con los países más avanzados de Europa. En línea con lo defendido por el Gobierno, la España del 2050 que atisba Sánchez pasa sin lugar a dudas por un incremento en la recaudación tributaria.
El teletrabajo no nació para no pisar las oficinas ni para estar todo el día en casa sin salir a la calle. Nació para buscar flexibilidad y permitir la conciliación. La pandemia ha puesto de manifiesto que el teletrabajo ha llegado para quedarse. Pero no se quedará de la forma en que lo hemos hecho en confinamiento, cinco días a la semana, sino que la fórmula más habitual será de dos o tres días a la semana.