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Las transformaciones acostumbran a ser duraderas y sigilosas. Son aquellos cambios que no transmiten sensación de urgencia pero que tienen un gran potencial disruptivo, hasta el punto de que pueden acabar poniendo en jaque la supervivencia de un negocio. Es como el agua tibia, que su falsa sensación de bienestar puede derivar en una inacción de consecuencias fatales.
En los años 70, la mina de Penouta en Viana do Bolo (Ourense) era uno de los yacimientos más importantes de Europa. Sin embargo, a mediados de los 80, el grupo Rumasa, que era el propietario, decidió cerrarla dejando tras de sí un importante impacto económico en la zona. La población pasó de los 6.300 habitantes y más de 200 trabajadores empleados en la mina, a 2.900 en 2018.