Relación de artículos y noticias |
“Terror en el hipermercado. Horror en el ultramarinos. Mi chica ha desaparecido”, cantaban Alaska y los Pegamoides. Para los próximos meses se anuncia una versión portuguesa en formato real, sobre el pánico en la carnicería porque la capacidad de adquirir productos de muchos consumidores se puede ver reducida de forma drástica o incluso llegar a esfumarse. La Asociación Portuguesa de Industriales de Carne (APIC) anuncia un aumento de precios entre los próximos meses de entre un 15% y un 20%.
Llevamos años transitando por caminos económicos desconocidos u olvidados. Caminos en los que, frecuentemente, la ortodoxia se ve superada y los gobiernos a todos los niveles se ven empujados a improvisar con audacia. A veces, incluso remando en contra de otros objetivos importantes, como puede ser la transición energética, el cambio climático o la sostenibilidad de las finanzas públicas.
A cambio de la merma de la progresividad de los impuestos (como el IRPF) que, por su naturaleza, son perfectos vehículos de aquella, se busca que otras figuras impositivas, en las que la progresividad es más difícil de introducir, acaben teniéndola contra su naturaleza. Para empezar, se les tacha de regresivos. Es el caso del Impuesto sobre el Valor Añadido (IVA) o el de las Cotizaciones a la Seguridad Social (CSS), que ni siquiera son impuestos.
El Reino Unido sufre una tasa de inflación que en julio alcanzó el 10,1% y en agosto el 9,9%, cifras no vistas desde 1981, y sin visos de mejora. Según el Banco de Inglaterra, a principios de 2023 podría exceder el 13%, una previsión incluso positiva si se compara con la de Citi y Resolution Foundation, que consideran que podría llegar al 18%. Por otra parte, la depreciación de la libra esterlina frente al dólar, en lo que llevamos de 2022, alcanza el 16%, lo que exacerba la inflación a través del precio de las importaciones.
Con la crisis energética asfixiando a Europa en general y a Alemania en particular no parece descabellado plantear cómo afectaría al país germano el peor de los escenarios, el de un invierno extremadamente frío en el que hubiera escasez de gas. Los principales institutos de estudios económicos alemanes han realizado el ejercicio y los resultados apuntan a un retroceso de la economía de la primera potencia europea de casi el 8% para el próximo año.