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Hoy, con 21 millones de ocupados (contribuyentes) y algo más de 9 millones de pensionistas, el sistema de pensiones públicas en España (la parte exclusivamente contributiva) ya sufre un déficit real -gasto en pensiones contributivas menos los ingresos por cotizaciones sociales- que supera los 50.000 millones de euros.
El valor del capital humano de España se situó en los 15,2 billones de euros en 2021, 4 veces superior al del stock de capital físico. Sin embargo, ese valor muestra una tendencia decreciente desde hace más de una década que ha supuesto una reducción acumulada desde el año 2000 del 5,6% en términos reales. El comportamiento en términos per cápita es aún más preocupante con un descenso del 19,1% respecto al año 2000, hasta situarse en 320.975 euros por persona en 2021. El principal responsable de este descenso es el intenso proceso de envejecimiento de la población de España.
Mientras la pregunta de qué empleos se verán afectados en los próximos años por el desembarco de la inteligencia artificial vuelve a copar el debate económico y político, lo cierto es que se trata de una realidad muy presente para uno de cada tres españoles, cuyo trabajo diario se ve ya organizado, evaluado e incluso penalizado por algoritmos.
En los próximos años la generación del baby boom va a jubilarse. Los nacidos entre 1960 y 1975 son muchos, han acumulado más derechos pensionables que ninguna otra generación y su esperanza de vida es más alta que nunca. En consecuencia, muchos sistemas de pensiones van a tener serias dificultades para pagarles las pensiones, especialmente los sistemas de reparto.
Pasión, curiosidad, resiliencia… Estas son algunas de las características comunes que definen a todos aquellos que sacan adelante sus proyectos innovadores a partir del germen de una idea. Sin embargo, en función de sus cualidades, intereses y entornos, es posible diferenciar entre varios tipos de emprendedores y emprendimientos. Conocerlos e identificarse con alguno de ellos es relevante para impulsar relaciones con otros actores del ecosistema.
La agencia de calificación Fitch rebajó la calificación de la deuda francesa, la primera gran rebaja de una economía desarrollada en años. Y eso es sólo el principio. Francia se encuentra ahora atrapada en un círculo vicioso, en el que incluso reformas perfectamente sensatas desencadenan una oleada de protestas, lo que obliga a nuevas rebajas de la calificación a medida que se hace evidente la imposibilidad del cambio, aumentando el coste de todo el dinero que el Estado tiene que seguir pidiendo prestado. Sólo hay un punto final probable. Una crisis de la deuda soberana en toda regla, con París como centro d