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Clase alta, clase media y clase baja. Aunque la división por clases parezca propio de épocas pasadas, lo cierto es que todavía sigue siendo una importante clasificación social de la riqueza. En España, una parte considerable de la población (en torno a un 44%, según el CIS) considera que pertenece a la media, pero, ¿es eso cierto?
La industria manufacturera ha rebotado en septiembre después de un verano de estancamiento, con nuevos pedidos, más producción, un incremento de las plantillas y la primera reducción de los precios cobrados a sus clientes finales desde abril por la mayor competencia, según el Índice PMI, que pasa de situarse en los 50,5 puntos a los 53 -siendo 50 el umbral que delimita la contracción del crecimiento-.
El peso del empleo industrial en España lleva años en declive: llegó a suponer un 20,5% del total a finales de los años 90 -uno de cada cinco trabajadores lo hacían en este sector-, pero después bajo al 15,8% en el año 2008 y, tras la Gran Recesión, ha seguido reduciéndose hasta situarse en el 13,3% a cierre del año pasado, con 2,79 millones de empleados.
La industria manufacturera en España experimentó una nueva contracción en el mes de octubre -con caída de la producción y los pedidos- después de siete meses consecutivos a la baja, según el índice PMI del sector publicado este jueves, que recoge vía encuesta las percepciones de los responsables de compras de alrededor de 400 empresas del sector en España.
Estas aportaciones del Estado se han cuadruplicado en las últimas dos décadas: en 2012 se situaron en 9.182 millones, según la liquidación definitiva, y fueron aumentando hasta los 15.687 millones de euros anuales en 2019, cuando todavía suponían menos de la mitad que ahora. La cuantía actual, de casi 39.000 millones de euros, previsiblemente volverá a subir el próximo año como consecuencia del incremento del gasto provocado por la subida de las pensiones.
Después de tres años consecutivos de crecimiento y de aportar al Producto Interior Bruto (PIB), el sector exterior empieza a mostrar signos de debilidad, sobre todo en la venta de bienes al extranjero, y los expertos ya prevén que su contribución al crecimiento económico de España el año que viene sea nula o incluso negativa.
Más de 6.250 millones de euros. Es el impacto que genera Coca-Cola en la economía española, según un informe realizado por la consultora Steward Redqueen en base a la contribución de la compañía de bebidas a través de sus distintos canales de actividad en 2022. Se aprecia mejor con un dato: de cada euro gastado en bebidas de Coca-Cola, 77 céntimos revierten en el PIB nacional.
El meollo de la cuestión se encuentra en uno de los hitos comprometidos por España con la Unión Europea para desbloquear uno de los desembolsos del paquete de ayudas previsto en los fondos Next Generation. El documento que el Ejecutivo de Sánchez remitió a Bruselas recoge un apartado dedicado a la "Reforma de medidas fiscales que contribuyen a la transición ecológica" y, dentro del mismo se incluye, literalmente, "crear un pago por uso de la red viaria de carreteras" como parte de las reformas en materia de movilidad sostenible. El texto, sin embargo, no desarrolla de qué manera se concreta esa medida.
España ha experimentado en los primeros siete meses del año un aumento del 24,2% interanual en las exportaciones (un incremento que se debe a que hemos vendido un 6,1% más en volumen, a un precio un 17,1% más caro), pero pese a la mejora general, el país ha experimentado una caída de las exportaciones de algunos productos estrella como los automóviles.