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“Terror en el hipermercado. Horror en el ultramarinos. Mi chica ha desaparecido”, cantaban Alaska y los Pegamoides. Para los próximos meses se anuncia una versión portuguesa en formato real, sobre el pánico en la carnicería porque la capacidad de adquirir productos de muchos consumidores se puede ver reducida de forma drástica o incluso llegar a esfumarse. La Asociación Portuguesa de Industriales de Carne (APIC) anuncia un aumento de precios entre los próximos meses de entre un 15% y un 20%.
¿Cómo evitar que nos roben las contraseñas si en cada lugar de los muchos en que nos registramos hay que poner una? El mejor método es acabar con las palabras clave. No te pueden robar lo que no existe. Así que hace casi una década se constituyó la FIDO Alliance, un consorcio formado por grandes compañías tecnológicas que tiene como fin crear un sistema estándar de autenticación más seguro que el de las malditas palabras clave.
Parecía que el comercio electrónico iba a arrasar con el comercio tradicional debido al auge que vivió durante la pandemia, pero tras el fin de las restricciones los primeros indicadores empiezan a mostrar todo lo contrario, que los hábitos adquiridos por el consumidor durante el confinamiento no se han consolidado: el comercio físico sigue teniendo tirón.
Psicólogos habrá que nos expliquen cómo surgen las ideas en el cerebro, psiquiatras que las complementen o discutan y neurólogos que busquen en el misterio de las conexiones sinápticas la chispa que enciende la creatividad… y luego está Grant Snider, el prestigioso ilustrador que ha dedicado tiempo de su vida a averiguar cómo se le ocurren las ideas con las que alumbra sus viñetas.
El interés por recuperar los vínculos profundos y apartarse de las distracciones de las relaciones más superficiales y banales, que los smartphone recogen de forma exhaustiva en forma de notificaciones, ya que han sido diseñados para ello y en ello sustentan su modelo de negocio, parece ser la principal causa del interés en este tipo de aparatos.
Aunque Europa gasta el 23% del mercado mundial, no logra competir en oferta. Amazon Web Services (AWS) con un 32% de cuota, Azure (Microsoft) con el 21% y Google Cloud que no se resigna a quedar tercero, pero su cuota no pasa del 8%, se reparten el 58% del mercado mundial de servicios de infraestructura cloud y han anunciado planes de inversión por un valor conjunto de 25.000 millones de dólares en la construcción y equipamiento de unos 300 nuevos centros de datos en todo el mundo.
El objetivo habitual de los fondos soberanos de los países del Golfo Pérsico es doble, y a veces triple. Por un lado, servir de instrumento de ahorro a largo plazo. También operar como un gran inversor público que adquiere compañías nacionales o establece alianzas e invierte en las internacionales buscando crecimiento y desarrollo económico doméstico. Por último, servir de herramienta de estabilización cuando los precios de los hidrocarburos u otra crisis como la de la pandemia dañan estructuralmente las cuentas públicas.
Mientras los datos de las empresas de donde quiera que fuesen residían en sus propios centros de datos, el problema no existía. Con los servicios cloud, las cosas han cambiado: los datos alojados en sus infraestructuras se mueven por las redes y no están naturalmente sometidos a las leyes del país que los acoge.
Los países entraron en la pandemia de manera atropellada y vergonzosa. Se dieron codazos para obtener respiradores, mascarillas y, más tarde, vacunas. Ahora una parte del mundo deja atrás el coronavirus y lo hace de manera desordenada. Y lo sorprendente es que los mecanismos que garantizaban el funcionamiento de la economía y de las finanzas -seguramente las áreas del sistema mejor organizadas- no acaban de funcionar bien.
Según estimaciones de la consultora PwC, repatriar o acercar la producción de las empresas del extranjero supondrá unas ganancias de más de 130.000 millones de euros al año en las economías del G-7 a lo largo de la próxima década ?que se podrían extender a más de 230.000 en el caso más extremo?, con la creación de hasta 1,2 millones de empleos, en gran parte en Estados Unidos y Alemania.
China ha propuesto en el 2020 año un nuevo paradigma de desarrollo centrado en la circulación interna con un modelo de circulación dual en el que se promueven mutuamente la circulación nacional y la internacional. Este nuevo paradigma refleja una clara comprensión de la tendencia del desarrollo chino, que desde el 2006 ha visto disminuir de forma constante su parte de las exportaciones en el PIB. Sin embargo, el nuevo paradigma no significa necesariamente que China deba cambiar la política seguida hasta ahora de utilizar plenamente los mercados y recursos nacionales e internacionales en el desarrollo económico.
Las transformaciones acostumbran a ser duraderas y sigilosas. Son aquellos cambios que no transmiten sensación de urgencia pero que tienen un gran potencial disruptivo, hasta el punto de que pueden acabar poniendo en jaque la supervivencia de un negocio. Es como el agua tibia, que su falsa sensación de bienestar puede derivar en una inacción de consecuencias fatales.
Cualquier salida de la Covid-19 es motivo de celebración. Sin embargo, el actual auge económico es también una fuente de ansiedad, porque hay tres líneas de falla bajo la superficie. Juntas, determinarán quién prospera y quién no lo hace, y si podrá sostenerse o no la recuperación más inusual que se recuerda.