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Empresas, centros de investigación y universidades de tres sectores económicos de la comunidad han unido fuerzas para ser más competitivos: la industria del deporte, la economía circular y la biomasa; los tres han conseguido una ayuda de la Xunta para desarrollar su proyecto, a través de la convocatoria de clústeres emergentes, dotada con 260.000 euros
Los países entraron en la pandemia de manera atropellada y vergonzosa. Se dieron codazos para obtener respiradores, mascarillas y, más tarde, vacunas. Ahora una parte del mundo deja atrás el coronavirus y lo hace de manera desordenada. Y lo sorprendente es que los mecanismos que garantizaban el funcionamiento de la economía y de las finanzas -seguramente las áreas del sistema mejor organizadas- no acaban de funcionar bien.
En este artículo podrás encontrar respuesta a cuestiones habituales que se plantean en relación a ciertas magnitudes macroeconómicas ¿Se pueden comparar las cifras nacionales del INE con las regionales de otros organismos? ¿Por qué el INE da datos del PIB nacional de 2020 pero no del resto de las CCAA aún?
La Industria 4.0 es una historia de digitalización industrial. Las empresas que se queden atrás en los proyectos de transformación derivados de la misma quedarán rezagadas en términos de eficiencia. Y la falta de competitividad frente a los líderes en digitalización industrial resultará una amenaza para su supervivencia en el medio plazo.
El sistema de producir, usar y tirar dominante desde la revolución industrial está dando paso a uno basado en la economía circular, en el que el desecho se convierte en materia prima. La prolongación de la vida de los productos es el mandamiento. El objetivo es que las empresas sigan creciendo pero de forma sostenible. Y, para ello, existen muchas maneras de lograrlo.
Según estimaciones de la consultora PwC, repatriar o acercar la producción de las empresas del extranjero supondrá unas ganancias de más de 130.000 millones de euros al año en las economías del G-7 a lo largo de la próxima década ?que se podrían extender a más de 230.000 en el caso más extremo?, con la creación de hasta 1,2 millones de empleos, en gran parte en Estados Unidos y Alemania.
Europa es la playa que los lobistas quieren encontrar bajo el asfalto. Los enormes presupuestos dedicados a la presión institucional tienen un impacto significativo en los políticos: más de 140 personas trabajan para las diez mayores tecnológicas cada día en la capital belga, un lugar donde hay tantos lobistas (49.059) como espectadores caben en el estadio de Mestalla (y 1.594 tienen acceso directo al Parlamento).
La normativa llega para hacer frente a la Cloud Act de los Estados Unidos, donde pueden ordenar la divulgación de datos almacenados en Europa por empresas estadounidenses independientemente de su ubicación. El gobierno francés teme que Microsoft 365, alojado en Azure, pueda suponer una fuga de datos y por ello opta por obligar a la utilización de herramientas alojadas en servidores franceses.
El Observatorio presenta un nuevo informe sobre digitalización de las pymes, que proporciona una visión de la digitalización y la transformación del tejido empresarial de distintos sectores de actividad mediante el análisis y evaluación temporal de un conjunto seleccionado de indicadores en relación con el uso e incorporación de las tecnologías y el comercio electrónico agrupados de acuerdo con las dimensiones contempladas en el «Plan de digitalización de las pymes 2021-2025» publicado en enero de 2021 por el Gobierno de España.
El software ya no es por sí mismo el motor de la innovación y transformación social que buscan con sus productos y servicios las grandes compañías tecnológicas; es la inteligencia artificial (IA). Y ya no hablamos de IA como algo abstracto, como algo que impulsar y adoptar por todas las empresas y organismos sin saber muy bien cómo, sino del eje fundamental sobre el que ya están realizando avances significativos y tangibles en nuestro día a día.
La digitalización ha pasado a ser clave para la sociedad en general y, para las empresas, en particular. No obstante, antes de la llegada del coronavirus, solo el 14% de las compañías tenían un plan tecnológico, lo que ha reducido su capacidad de reacción y de respuesta ante la crisis económica, según Cepyme